sábado, noviembre 23, 2024
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50 reflexiones para repensar sobre el futuro digital 


Tras el éxito de su libro Anestesiados, Diego Hidalgo propone formas para que podamos recuperar el control sobre la transformación digital en su nueva publicación: Retomar el control. A partir de ejemplos concretos en ámbitos diversos —la salud, la educación, la defensa, el medioambiente o nuestro día a día—, Diego Hidalgo expone nuestra vulnerabilidad frente a la tecnología. Hoy, el autor, responde a las preguntas de Pymes y Emprendedores:

¿Qué significa retomar el control sobre la tecnología? ¿Implica dejarla de lado?


Retomar el control sobre la tecnología no implica dejarla
totalmente de lado. Lo que denuncio no es la tecnología digital en su conjunto
sino el modelo y la ideología que dominan una parte importante del sector
digital y las dinámicas que generan.

Muchos de los servicios más populares del Internet de hoy fomentan
comportamientos adictivos y desprovistos de intencionalidad. Aunque nos
permitan comunicarnos de forma más fluida, la realidad es que nos separan
más que nos unen. También nos invitan artificialmente a recurrir a la tecnología
para resolver toda clase de problemas que podríamos fácilmente solucionar por
nosotros mismos. Por último, muchos están basados en la explotación de
nuestros datos personales y permiten manipularnos sin que seamos
conscientes de ello. Este paradigma no está alineado con nuestros intereses.

Pero si se usan tecnologías respetuosas del ser humano, de forma consciente
y delimitada, no supone necesariamente una pérdida de control.
Personalmente, como emprendedor he tratado de desarrollar y apoyar
empresas que superan estos filtros.

Los jóvenes de ahora no han vivido la misma realidad que los
jóvenes de los años 80, ¿esto también se puede deber al uso de la
tecnología?


Una parte significativa de los jóvenes pasa actualmente más de 5 horas al día
con su smartphone mediante el cual recibe más de 200 notificaciones diarias.

Este dato es suficiente para ilustrar cómo la vida de los adolescentes de hoy
difiere de la que hubiesen tenido hace un par de décadas — sin tener que
remontar hasta los años 80. Su tiempo, su atención, y sin que se den cuenta,
parte de sus decisiones vienen condicionados por dispositivos digitales.
Podríamos decir: “¿Y qué? ¿No es normal que las cosas vayan cambiando?”.

El problema es que los jóvenes también son mucho más infelices. Esta
evolución ha coincidido en todos los países en los que disponemos de datos
con un deterioro muy profundo de la salud mental, incluido de las tentativas de
suicidio, de la capacidad de atención. Les está costando mucho más
encontrarle un sentido a la vida, desarrollar un pensamiento profundo, etc.
Sufren mucho más la presión social, se comparan mucho más con otros y,
paradójicamente, socializan mucho menos y se sienten mucho más solos
.
Existe un cuerpo de evidencia cada vez más importante que establece una
relación directa entre este malestar psicológico y el acceso indiscriminado a
internet (especialmente el uso de los smartphones desde una edad temprana).

¿Cómo podemos adecuar nuestros hábitos para no sentir que la
tecnología tiene el control sobre nosotros?


Lo fundamental es establecer barreras estrictas entre la tecnología y nosotros,
que faciliten mantener una relación consciente y proactiva con ella sin que ella
nos utilice a nosotros.
Me refiero a barreras físicas (que los dispositivos no
nos acompañen constantemente y contemos con espacios desconectados,
como el dormitorio), temporales (por ejemplo, que no se use el smartphone
durante las comidas o de forma muy limitada durante el fin de semana), por
tipos de uso y también por edades cuando nos referimos a la educación.

Personalmente, como emprendedor me di cuenta de que ya pasaba más de
ocho horas al día delante del ordenador y los momentos en los que no lo estaba
—reuniones, comidas, tiempo pasado con amigos o con la familia, etc.— no
quería tener la tentación de estar de nuevo pegado a mis correos o a mi
teléfono. Incluso desde una perspectiva de pura productividad, creo que es
fundamental para un empresario o directivo contar con momentos de
desconexión, estar al 100% con sus colaboradores cuando interactúan con
ellos y no dejarse invadir por sus dispositivos.


Nos engañamos cuando entramos en ciclos cada vez más acelerados de
comunicaciones por email o por WhatsApp pensando que esto significa ser
más eficaces. Gran parte de estos intercambios son muy ineficientes y
fomentan intercambios redundantes. La hiperconexión en el ámbito
profesional es una auténtica amenaza para desarrollar un pensamiento
estratégico y un verdadero liderazgo.
La inmediatez que favorecen estos
servicios contribuye más a captar la atención y el tiempo de los profesionales
que ayudarles a jerarquizar las prioridades.

El libro que recientemente ha publicado, Retomar el control,
¿permite reflexionar sobre este asunto? ¿Cuáles son los
principales aspectos?


En este libro propongo 50 reflexiones apoyadas en ejemplos del día a día y en
los estudios más recientes para convencer del imperativo de retomar el control
sobre nuestras vidas digitales. Uno de los hilos conductores tiene que ver con
estas paradojas del entorno digital, cuyas promesas no se cumplen: vivimos
más desconectados, más solos, sufrimos más ansiedad. Nos acostumbramos a
querer controlarlo todo, desde nuestras constantes vitales hasta la ubicación de
nuestros hijos o trabajadores pero esto no resulta en los beneficios esperados.

La tecnología que denuncio nos sumerge en el corto plazo y parece que nos
facilita la vida pero en realidad fomenta un entorno en el que resulta más difícil
sentirnos satisfechos.


La hiperconexión también crea vulnerabilidades que se mitigan cuando se
delimita bien el perímetro que ocupa la tecnología. Este principio vale tanto
para la salud mental de los jóvenes como para una organización. Un despliegue indiscriminado de la IA dentro de una organización, por ejemplo, supondrá una mayor fragilidad frente a ciberataques y aunque a veces el ser humano pueda parecer ineficiente a corto plazo, nos daremos cuenta del valor que tiene preservar su posición.


Una de las claves para retomar el control es actuar no solo a nivel individual
sino también colectivo porque es muy difícil cambiar si lo hacemos de forma
aislada. Los empresarios tienen un gran papel que desempeñar porque una
buena porción de nuestra relación con la tecnología viene determinada en el
ámbito profesional. Creo que Retomar el control puede ayudar a los líderes a
repensar el despliegue digital dentro de sus organizaciones de tal manera que
no se dejen seducir por estas falsas promesas. Los que más se beneficien
serán tanto sus empleados como la propia empresa.

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