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Los proyectos culturales abaratan la factura fiscal de las pymes

Cada año, los más de 3.3 millones de autónomos que capitanean su pyme desde cualquier sector buscan fórmulas para conseguir abaratar la factura fiscal tanto del Impuesto de Sociedades como del IRPF.

Para ello, los asesores suelen tratar de hacer ingeniería fiscal, teniendo en cuenta una opción que es más que interesante y que pocos conocen: el apoyo a proyectos culturales.

Según el artículo 39.7 de la Ley del Impuesto sobre Sociedades, “el importe máximo de la deducción que podrá aplicarse el contribuyente que participa en la financiación será el resultado de multiplicar por 1,20 el importe de las cantidades que este último haya aportado para financiar los citados costes de producción o los gastos para la obtención de copias, publicidad y promoción a cargo del productor”. 

Tal como explican desde Proincentiva, un autónomo o pyme que tenga que pagar 50.000 euros de factura fiscal pero que haya hecho una aportación de 20.833,33 euros a algún proyecto cultural, generaría una deducción fiscal de 25.000 euros. “Es decir una rentabilidad del 20% de la aportación realizada. O lo que es lo mismo generaría una deducción fiscal del 120% recuperando la aportación realizada más una plusvalía” explican, poniendo especial atención que siempre hay que tener en cuenta que el máximo a deducir es la mitad de la cuota íntegra.

Además, la operativa para optar a la deducción fiscal es muy sencilla: se realiza a través de un acuerdo de financiación directo con el organizador o productor de los eventos o espectáculos.

Esta fórmula, que no todos conocen, tiene su origen en 2021, cuando se redactó una modificación a la normativa fiscal para incentivar, desde el lado privado, el sector artístico y cultural de nuestro país. Desde entonces, los organizadores, promotores o productores pueden optar por aplicar una deducción en su Impuesto de Sociedades o IRPF, o cederla a terceros para obtener ingresos adicionales para sus proyectos y espectáculos.

Esta estrategia fiscal, mucho más sencilla de lo que parece, es una de las herramientas más eficaces para conseguir dos objetivos: llegar a los presupuestos necesarios gracias a la aportación privada para desarrollar proyectos de cultura e incrementar las deducciones fiscales a nivel corporativo. Un win – win que parece que empieza a hacerse hueco en las planificaciones económicas de pymes y autónomos que desarrollan su profesión desde cualquier sector.