Hay 2,5 millones de mujeres migrantes en edad de trabajar en España, lo que representa el 16% del total. En 2004, este porcentaje era del 7,6%, y hace diez años alcanzaba el 11,7%.
María Núñez tiene 28 años y decidió dejar Venezuela para mudarse a España en el año 2021. “Cuando llegué con mi esposo, fue porque a él lo trasladaron en su trabajo. Yo dejé todo: mi carrera, mi familia, mis amigas. Pensé que encontrar trabajo iba a ser fácil, pero me topé con trabas en cada paso”. María no tenía contactos, su título no servía sin homologarlo.
“Tuve que aceptar cualquier trabajo en algo distinto a lo mío. mi esposo avanzaba en su carrera, y yo tenía que empezar de cero, con horarios imposibles y sin ayuda con mis hijos”, dice.
Pero lejos de rendirse, María decidió transformar su situación. Se formó en educación financiera y aprendió a gestionar mejor sus ingresos. Con esfuerzo, logró validar su título y encontró un empleo acorde a su profesión. Hoy, trabaja en una empresa internacional. “Ahora no solo puedo ayudar a mi mamá que está en Venezuela con tranquilidad, sino que también estoy construyendo mi propio futuro. Sé lo difícil que es empezar desde cero, pero también sé que con información, apoyo y perseverancia, es posible salir adelante”, afirma.
María no es la única que ha enfrentado estos desafíos. Como ella, miles de mujeres migrantes trabajan y se reinventan para encontrar soluciones que las ayuden a salir adelante. Atilana Piñón, cofundadora y CEO de Retorna, conoce bien esta realidad.
“Cuando dejé mi país entendí que había un problema en la forma en que se hacían las transferencias internacionales y decidí hacer algo”.
Atilana no solo superó las dificultades, sino que creó una empresa que ayuda a miles de mujeres en su misma situación. Atilana fundó Retorna, una fintech que permite a las migrantes enviar dinero de forma inmediata, segura y económica.
Hoy, su empresa no solo facilita el envío de dinero, sino que también brinda educación financiera a mujeres como María, ayudándolas a gestionar mejor sus ingresos y mejorar su calidad de vida. “La clave está en transformar las dificultades en oportunidades. Cuando las mujeres migrantes tienen acceso a herramientas financieras, pueden no solo sostener a sus familias, sino también construir un futuro mejor. En el último año, Retorna ha ayudado a cientos de migrantes a enviar dinero de forma más rápida y económica, reduciendo costos en un mas de 60%”, concluye Piñon.
El 86% de las mujeres migrantes desempleadas considera aceptar trabajos en la economía sumergida, sin Seguridad Social ni derechos laborales. La necesidad económica las empuja a aceptar empleos en condiciones de vulnerabilidad, aumentando su riesgo de exclusión y exposición a situaciones de abuso laboral.
Según datos del primer trimestre de 2024, la población extranjera en España era de 5.512.100 personas, con una tasa de actividad del 69,0%. De esta población activa, el 47,4% eran mujeres. La edad media de las mujeres migrantes se sitúa en torno a los 40 años, similar a la de la población extranjera en general.
En cuanto a su inserción laboral, las mujeres migrantes suelen concentrarse en sectores específicos. Más del 40% de las personas extranjeras afiliadas a la Seguridad Social son mujeres, con una alta presencia en ocupaciones relacionadas con el trabajo doméstico y el cuidado de personas dependientes. Esta concentración en determinados sectores refleja patrones de demanda laboral y, en ocasiones, situaciones de vulnerabilidad y precariedad laboral.
En los próximos 15 años, podrían llegar a España 2,5 millones de mujeres extranjeras, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. De ellas, el 78% (1,9 millones) sería potencialmente activa en el mercado laboral.
Plataformas como Retorna están revolucionando la manera en que estas transferencias se realizan, ofreciendo soluciones adaptadas a las necesidades de quienes, con esfuerzo, mantienen vivos los lazos con su tierra.Sin embargo, este doble esfuerzo conlleva desafíos significativos. Las mujeres migrantes a menudo enfrentan barreras como la falta de información sobre los procesos de envío de dinero y diferencias en los sistemas bancarios entre España y sus países de origen. Estas dificultades pueden generar costos adicionales y retrasos en las transferencias, afectando a las remitentes como a los beneficiarios.